Alexander Pushkin, Una escena de Fausto en Obras dramáticas, Cátedra, Madrid, 2004. Págs. 307 a 314.
Fuentes originarias del texto:
La obra fue publicada por primera vez en 1828 por Pushkin en El Boletín de Moscú, parte 9,9, págs. 3-8. Fue incluida sin modificaciones del texto en la colección Las poesías de A Pushkin, 1829, parte II, págs. 60-67. El zar Nicolás II exigió que los versos 110 y 111 fuera eliminados de dichas publicaciones. Los versos excluidos fueron publicados por Efremov en el artículo “Correcciones y complementos de algunas poesías de Pushkin“, editado en: Notas bibliográficas, 1861, 9 (evidentemente, según la copia de la carta de Benkendorf a Pushkin fechada el 22 de agosto de 1827) Dicha carta de Benkendorf fue incluida por Y. Grott en la publicación “Otra nota más acerca de la bilina (canción épica) sobre E. Razin, anotada por Pushkin”, que apareció en el diario Rus, 1881, 13, pág. 18.
El manuscrito autógrafo no se ha conservado.
Entro con el título ”Fausto” en la lista de poesías preparadas para la edición entre fines de mayo y junio de 1828.
El texto de Una escena de Fausto esta publicado según la colección: Las poesías de A. Pushkin y la carta de Benkendorf (versos 100 - 111).
Una escena de Fausto es una pequeña obra poética creada por Pushkin en 1825 en Mijailvskoye. Su idea parece estar relacionada con los esbozos de un drama o bien de un poema “sobre la vida infernal”, donde se menciona también el nombre de Fausto. Dichos esbozos son tan fragmentarios que resulta muy difícil reconstruir la fabula de la obra ideada. Hubo asimismo intentos de vincular Una escena con el famoso Fausto de Goethe. En este caso, habría que aceptar como cierta la hipótesis totalmente fantástica de que Pushkin conocía escenas de Fausto que, en 1825, todavía no habían sido publicadas. En efecto, por aquel entonces, solamente se habían publicado la primera parte del Fausto y unas cuantas escenas de la segunda. Sin embargo, el contenido de la pushkiniana Una escena de Fausto sólo puede relacionarse con la segunda parte (después de la muerte de Margarita), desconocida por Pushkin. En todo caso, el poeta nunca pensó vincular su obra con la de Goethe y, por lo tanto, le dio una forma acabada. Una escena de Fausto pertenece íntegramente a Pushkin, y es inútil buscar un paralelo con la creación de Goethe.
No obstante la forma dramática de Una escena, ésta tiene un carácter lírico bien definido. Sus dos personajes no son sino expresión de la conciencia desdoblada: Mefistófeles desenmascara ante Fausto los sentimientos íntimos de éste.
Pushkin concebía el retrato psicológico del personaje como una colisión entre lo consciente y lo inconsciente.
Los críticos intentaban interpretar Una escena como la expresión poética del aburrimiento campestre de Pushkin. Para probarlo, citaban un fragmento de su carta al poeta Ryleev, escrita en mayo de 1825:
“Te aburres en San Petersburgo, mientras que yo me aburro en mi aldea. El aburrimiento es uno de los rasgos propios de todo racional.”
Una escena de fausto
COSTA DEL MAR.
FAUSTO Y MEFISTÓFELES
FAUSTO
Escucha diablo, me aburro.
MEFISTÓFELES
¿Qué hacer? Así es el destino
de todo ser humano. Nadie
lo puede eludir, pues todos
los racionales se aburren:
los unos, por estar ociosos,
los otros, por trabajo; unos,
que creen,; otros, que perdieron
la fe; los unos que del todo
están saciados, y los otros,
que no han podido aún saciarse;
y todos viven y bostezan,
y espera a todos, bostezando,
la tumba, Y tú también bosteza.
FAUSTO
No me hace gracia tu broma.
Invéntame alguna forma
de distraerme.
MEFISTÓFELES
Fausto, atiende
de la razón los argumentos.
Anota: Fastidium est quies.
O sea, el aburrimiento
es la quietud del alma.
Soy un psicólogo... ¡qué oficio!...
¿Decirme pues, Fausto, cuándo
no estuviste aburrido?
¿No te acuerdas? Piensa. Busca.
¿Cuándo dormido te quedabas leyendo a Virgilio, y tu mente
estimulaban los azotes?
¿Cuándo con rosas coronabas
favores tiernos de doncellas
y todo tu ardor borracho
en un festín les dedicabas?
¿Acaso cuando te abismabas
en sueños magnos, elevados
o cuando estabas sumergido
en los sofismas de la ciencia?
Recuerdo que en aquel entonces
por fin, hastiado y aburrido,
tú me llamaste, y del fuego
de la gehena a ti vine
cual arlequín. Me deshacía
en payasadas por placerte;
yo te llevaba a las brujas
y a los espíritus malignos.
¿Y qué? Tu tiempo malgastabas
en cosas hueras: gloria ansiabas,
y la lograste; amor buscabas,
y lo tuviste. Le arrancaste
un gran tributo a la vida.
Mas ¿fuiste tú feliz?
FAUSTO
¡Ah, deja!
No abras mi herida arcana.
Es infecunda la sapiencia.
He maldecido del saber
la engañosa luz. La gloria...
Su rayo causal es inasible.
Es hueca la mundana fama
como el sueño... No obstante,
hay algo imperecedero:
la unión, la alianza de dos almas...
MEFISTÓFELES
Y la primera cita, ¿cierto?
¿Podríase saber en quién
estás pensando?¿Acaso en Gretchen?
FAUSTO
¡Oh, sueño mágico! ¡Oh, llama
del puro amor! Allí, allí
en la penumbra deliciosa,
do el susurro de las hojas,
do ronronea un venero,
yo, recostando la cabeza
en su preciado, dulce pecho,
feliz fui...
MEFISTÓFELES
¡Creador celeste!
Despierto sueñas. Te engañas
con los recuerdos halagüeños.
¿No fui acaso yo, Mefisto,
quien se empeñó en conseguirte
esta divina hermosura?
¿No fui quien te unió a ella
en lo profundo de la noche?
Me divertía con el fruto
de mi asiduo esfuerzo,
mirándoos a hurtadillas.
Sí, todo lo recuerdo, todo.
Cuando tu bella amante estaba
profundamente extasiada,
te sumergías con tu alma
en la meditación, la cual,
como tenemos comprobado,
proviene del aburrimiento.
Tú, mi filósofo, ¿qué cosa
pensaste en aquel instante
en que ninguno piensa?¿Quieres
que te lo diga?
FAUSTO
Dilo. ¿Qué?
MEFISTÓFELES
Pensabas: “Ovejita mía,
¡oh, cuánto ansiaba poseerte!
¡Con qué astucia suscitaba
de amor ensueños en la niña
de corazón sencillo! Y ella
se entregó ingenuamente
a la pasión involuntaria...
¿Por qué está entonces lleno
mi pecho de tediosa pena
y de angustioso aburrimiento?...
Saciado el placer de pleno,
con repugnancia y asco miro
la víctima de mi antojo.
Así un malicioso imbécil,
al concebir una vileza,
mata a un mendigo en el bosque
y rabia viendo sus andrajos.
Así, después de un goce breve
esquiva la depravación
de la hetera la mirada...”
Y tú, después de todo eso,
llegaste a una conclusión...
FAUSTO
¡Engendro del infierno! ¡Huye
y quítate de mi mirada!
MEFISTÓFELES
Te dejo. Pero antes debes
encomendarme algún trabajo.
No es mi costumbre, como sabes,
partir no habiendo recibido
una misión. Perder no puedo
el tiempo en vano.
FAUSTO
¿Qué blanquea
en el azul, allí? Responde.
MEFISTÓFELES
Un barco español con rumbo
a Holanda. Lleva a bordo
a centenares de canallas,
dos monos, oro en barriles
y chocolate. Además,
una enfermedad de moda
que recientemente nos fue dada.
FAUSTO
¡Hundir a todos!
MEFISTÓFELES
Enseguida.
(Desaparece)
FIN
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me consegui la pelicula de fausto es genial un film de 1926 realmente disfrute todo el argumento saludos desde Bolivia .... Osvaldo :)
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